Columnas

El exilio y la casa
por Teodoro Pablo Lecman

Si la condición humana es un exilio, desde muchos puntos de vista, se sigue de ello, o de ella, que debería haber un origen, una casa, o un punto de retorno. O al menos un fin de reconciliación, de Versöhnung, de la disociación, del Zwiest, que así nos constituye. No consideramos en esto el éxodo, la diáspora, que le agregan al exilio el horror de una condición genocida colectiva, al parecer también indisoluble de la condición humana, por doquier y en todos los tiempos. (...) Síntoma de su tiempo, formación del inconsciente, el analista se dedicará a tratar de recuperar un alma, la laminilla libidinal en cada uno, que al desenroscarse produce odio y destrucción, y que casi no tiene lugar en el espíritu de la época, desalmado, individualmente nulo, maquinizado, protético, negativista, lucrativo. ¿Amor? Un largo camino el del analista, que no tiene paz, quizás cierta reconciliación. Y que no se puede vislumbrar al principio. (...) Cuando nos ubicamos en el surco del Otro lo real de nuestra vida ha sido verificado y la muerte pone en nuestra boca el silencio, non plus ultra. Un silencio que todavía puede hablar, como nos dijo un analizante francés inspirado: un silence qui parle. Del otro lado de la muerte. La Gran muerte, la del goce cumplido. La de los héroes y los niños. Todas las otras son pequeñas muertes, menos la de los seres queridos.

Cutting: una práctica de nuestro tiempo
por Mirta Goldstein

No hay fenómeno humano que esté aislado del contexto social, con lo cual debemos prestar atención a aquellas características culturales que pueden desencadenarlo. No hay texto sin contexto, no hay síntoma sin Otro. Si el texto sintomático de un sujeto no es leído por alguien amoroso y protector, o si es leído con indiferencia, lo cual equivale a que no haya función de contención, entonces el sujeto queda a merced de su propia impulsión. La práctica de tajearse es un fenómeno de jóvenes y de tribus, o sea, de jóvenes que se agrupan y concentran en espacios predeterminados para excluirse de su contexto y a la vez alcanzar presencia en ellos, es decir, de algún modo conseguir estar presentes en la escena del mundo, reincorporarse a alguna escena desde la cual sentir el cuerpo como propio.
Por otra parte es una práctica de nuestro tiempo en tanto la cultura profundiza los aspectos segregatorios de los lazos sociales

Un terror que no deja soñar
por Sergio Zabalza

La tragedia perpetrada por el accionar del terrorismo de Estado en Argentina no consiste sólo en la acumulación extensiva de miles y miles de atropellos contra la dignidad humana sino que resulta de un plus en intensidad cuya naturaleza sólo se explica por tratarse de la catástrofe ética de una nación. El espectro de la tragedia retorna hoy actualizado en forma cotidiana bajo la forma de un trauma social tanto más flagrante cuanto más se lo intenta negar con mezquinas apelaciones a mirar hacia el futuro. En otros términos: las disimetrías que aún hoy persisten en nuestra compleja sociedad son imposibles de superar si se las considera como ajenas y escindidas de aquel trauma. Abolir el orden simbólico que ampara nuestra condición de sujetos de derecho es quitarle a las personas la posibilidad de acceder a la dimensión ética, hundir a los sujetos en el desierto de la des responsabilidad donde todos pasan a ser víctimas. Atender a las víctimas es una reparación para todos.

Acerca de un proyectado Congreso de Astrología
por Roberto Harari

En el curso de un reciente viaje realizado a principios de año –poco antes del paso devastador del ciclón Nargis generador de una cifra incontable de muertos– pude tomar contacto con algunas de las facetas notorias donde se desenvuelve la ceñida vida cotidiana de Myanmar. Entre ellas la realización en Yangón de un Congreso de Astrología. (...) Las "definiciones" insertas y difundidas en este seductor imaginario social son esencialistas, vagas, harto opinables por lo ambiguas; de tal manera remiten, para su eventual y confusa intelección, a los responsables discursivos –o sus sucedáneos– de ese conjunto de buenas intenciones huecas, generales, y de raíz populista y fascistoide. En ese contexto un amo emisor remite, de modo inexcusable, a un amo lector: un astrólogo, qué mejor. (...) Por cierto, una praxis poiética como la psicoanalítica, hace pie en la singularidad y propende al cambio y al logro del camino de cadaquien –muy especialmente por la vía de las desidentificaciones- en virtud de poder sustraerse de las alienaciones varias de nuestra historia. Nuestro psicoanálisis combate con armas verbales, en pro de la multiplicación y de la consolidación de sujetos advertidos, y no de masas artificiales telecomandadas.

Las drogas y Platón
por Héctor López

La afinidad entre las llamadas "drogas intoxicantes" y los psicofármacos es tan obvia e íntima que resulta extraño no se repare más en ella. En principio, el término "droga" designa no sólo a las sustancias químicas ilícitas, –consideradas por la Justicia como "estupefacientes" por sus efectos narcóticos sobre el organismo y el psiquismo– sino también a los sofisticados productos de los que se vale la medicina para combatir los síntomas psiquiátricos, desde los poderosos neurolépticos a los antidepresivos y tranquilizantes. El conjunto común al que pertenecen ambos elementos se hace escuchar en casi todos los idiomas: el idioma inglés por ejemplo emplea la misma palabra drug para referirse tanto al tóxico como al medicamento, empleo menos frecuente en nuestro idioma donde la palabra "droga" se vincula más directamente a las sustancias ilegales que a la farmacia. La homonimia señalada descorre un pudoroso velo y deja ver que la naturaleza de los psicofármacos incluye indisolublemente ciertas propiedades "estupefacientes". Por lo cual, no se trata de una homonimia accidental o contingente desprovista de valor, sino más bien de una muestra de lo que el lenguaje sabe a expensas del ocultamiento interesado.

Paradojas y aporías de la identidad y la discriminación
por Mirta Goldstein

La pregunta por la discriminación deriva en una pregunta por el ser porque proviene de una pregunta por la identidad y el rechazo a la identidad del diferente. La discriminación entendida en términos de identidades diferenciales que se excluyen mutuamente y/o intentan eliminarse, abarca la historia humana en términos de historia de la crueldad. Esta historia se asienta en las diferencias fundantes: las diferencias sexuales, religiosas, idiomáticas y raciales. La interrogación por la culpa y la ética agrega, a la complejidad de la pregunta por la identidad, la interrogación sobre la posición de cada uno respecto de los actos concretos de agresión y violencia, a saber: ¿qué decisión tomé cuando la discriminación se convirtió en agravio particular y/o de lesa humanidad?

El deseo del Otro no es anónimo (apuntes sobre el lazo social)
por Sergio Zabalza

Para abordar el complejo tema de la restitución de la identidad a los hijos de desaparecidos, podemos pensar que la apropiación criminal de un bebé supone también el robo de un significante. Ahora bien ¿robo a quién? El sentido común indicaría que al niño/a apropiado durante la dictadura militar. Sin embargo, la transmisión simbólica que funda una comunidad indica lo contrario. Les fue arrebatado primero a quienes gestaron en su deseo el advenimiento de un sujeto en el mundo y después al niño/a. Porque si el nombre –tal como el deseo– viene del Otro, un sujeto se apropia de su "nombre propio" al transmitirlo, sea a sus hijos, en sus obras, en el intercambio con sus amigos, en sus cartas, en el lazo social. Cada bebé robado supone un padre o una madre despojados de tal posibilidad.

Los 120 días y el lazo social entre analistas
por Elena Jabif

Qué nos ha pasado a los jóvenes nacidos en La Bastilla de la comunidad lacaniana? ¿Cuáles son los recursos de la sociedad analítica para pasar del tóxico del libertino, donde todo goce vale, a fundar el lazo social? Este punto interroga el amor cautivo, sigue habiendo una controversia sobre el estatuto del amor en el grupo analítico.(...) Nuestro lazo social es una causa sostenida, donde el trabajo entre analistas tiene el valor del paso por paso. Cuando se alcanza esta transferencia de trabajo, la dogmática encuentra su inanidad. La enseñanza no se propone como un saber cerrado, completo, esférico y repetitivo. Fluye, fluye en un lugar abierto porque porta una falta vital que induce a la sorpresa porque no está dicha la última palabra, porque el deseo de saber no es privilegio del uno, y que conduce a que un analizante, habiendo pasado por un análisis, y habiendo experimentado en carne propia la caída de la transferencia, encuentre con gusto en ese des-ser otro estilo de trabajo.

El legado de Fernando Ulloa: su pensamiento vivo*
por Fernando Ulloa

Estimulado por el libro que estoy escribiendo, bajo el título de trabajo –no el definitivo– La salud mental en el campo público-político, centraré las innovaciones, en el intento de reconceptualizar –desde el psicoanálisis– el confuso, antiguo y aún controvertido, concepto de salud mental.(...) La salud mental configura, reactualizada, un recurso que optimiza cualquiera linaje de la clínica. Basta pensar en aquellos operadores de la salud, que comienzan a curarnos con su actitud hacia nuestra dolencia. Actitud, en el sentido de disposición hacia la acción.(...) Al escenario de innovaciones que propongo, lo denomino numerosidad social, sólo cuando el psicoanálisis opera en los ámbitos sociales. ¿Porqué numerosidad? Si al dueto analista/analizado –soporte de la neurosis de transferencia, la primera y más genuina institución psicoanalítica que generó Freud– se le suma una serie de sujetos de cuerpo y habla presentes, comienza a conformarse tal numerosidad...

Psicoanalistas: artesanos de lo inefable
por Ana María Gómez

Francoise Dolto, dado el caso −y comienza nuestro sostenido homenaje en el centenario de su natalicio− era una artesana de lo inefable. Porque ante el silencio o lo callado de un niño, ella –como hacemos y, en gran medida, a quienes fuimos sus discípulos, nos enseñó a hacer– hacía decir lo callado y hacía hablar los silencios.
No necesitó tomar como elementos de sus análisis los objetos tradicionales con los cuales, presuntamente, se hace “decir” a un niño. Para ella, dibujos, modelados, y, a lo sumo, “la muñeca flor”, eran suficientes para que la persona infantil dijese y, alguna vez, adviniese el sujeto del inconsciente.
Es desde este punto de partida que considero que el psicodiagnóstico es un modo de anular al Sujeto y cuando se anula al Sujeto se anula la verdad del inconsciente.
El psicodiagnóstico imaginariza que un humano niño es aquello que define: conductas, comportamientos, actitudes, decires...



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