Literatura
por Alberto del Horizonte
Un cinco de abril de 1924 partieron los abuelos desde el puerto de Burdeos en el vapor Massilia, travesía de dieciocho días por un mar de incertidumbre esperanzada. Atrás quedó la anegada despedida de la tierra de origen y el recorrido por una Francia sede de los Juegos Olímpicos, en la que estaba muriendo la nieta del General San Martín.
Antorcha de encendidas búsquedas. Maratón épica del alma. Un hombre y una mujer arrojando miradas desde sus treinta. Miradas taladrando océanos.
por Carlos D. Pérez
Luego de una seguidilla de días destemplados, el sábado amaneció soleado y tibio. Sin algo que hacer, luego de matear ojeando el diario salí a dar una vuelta por el barrio y a hacerme lustrar los zapatos, que si pudieran se sorprenderían del betún inesperado. Cómodamente sentado en el taburete que un hombre entrado en años tenía en la esquina de Corrientes y Lacroze, su gastada fotografía de lustrador pegada en la pared de la pizzería contra la que me recosté, me dejé llevar por las evoluciones del abigarrado muestrario de gente que se agrupaba y dispersaba en las paradas de colectivos y en la entrada al subte. Con mirada distraída seguí el apuro de quien corría hacia el coche de la línea 39, que estaba arrancando, a las mujeres que con ramos de flores iban al cementerio y recordé al sepulturero que entrevistara para mi audición de radio: A la pregunta de qué era para él enterrar los cuerpos sin vida había respondido que un trabajo como cualquiera (...)
por Sebastián Gil Miranda
El presente trabajo constituye un testimonio intersubjetivo del último teórico dictado por Ignacio Lewkowicz para la cátedra de Ética y Derechos Humanos de la Facultad de Psicología de la UBA, el 10 de febrero de 2004. Según palabras del propio Nacho, el mejor teórico que ha dictado para la materia. Como ese día no hubo grabadoras dando vueltas por el Aula 5 de Hipólito Irigoyen, no ha quedado un registro exhaustivo de esta clase, a pesar de ello, y por ello debo decir, es la manera que tengo de retribuirle su legado, me propuse recobrar la información, reconstruir los hechos, rastrear la singularidad en juego. Nuevos aportes, viejas novedades, datos invalorables, que para todos aquellos interesados que no pudieron estar comenzaban a presentarse como acallados en su propio devenir, para el imaginario aparente: irrecuperables.
por César Hazaki
Dulce Prima me preguntas acerca del papagayo, pues, el tema viene de lejos. El mismo pertenece a culturas ancestrales de las forzadas y migrantes almas de los negros que venían de Africa obligados a ser esclavos. Como verás, querida Prima, es un tema que abarca la explotación, la injusticia, el racismo, el sexo y el amor. El papagayo era un animal ritual, el culto sobre el mismo se ha perdido en el tiempo. Por suerte quedaron algunas imágenes del mismo talladas en maderas (dado que era una cultura que no conocía el bronce, ni el hierro). Este noble animal para esas culturas -hay serias discusiones si la cultura africana tiene una sola raíz, que muchos antropólogos ubican en el Congo, o varias que se desarrollan en forma similar en un radio de seis mil kilómetros cuyo epicentro podría haber sido Mombassa- era el símbolo de la potencia viril.
por Estela Durán
En ocasión del centésimo aniversario de su nacimiento, aparece, por primera vez en su lengua materna, la autobiografía publicada en inglés en el año 1.970. Leemos a Jorge Luis Borges... “nací en 1899 en pleno centro de Buenos Aires”... “Mi padre era muy inteligente... tan modesto que hubiera preferido ser invisible”... De su madre, nos dice: “Para mí siempre ha sido una compañera -sobre todo en los últimos tiempos en que me quedé ciego-... “Fue ella, aunque tardé en darme cuenta, quien silenciosa y eficazmente, estimuló mi carrera literaria”. “Si tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi padre”. “Desde mi niñez, cuando le sobrevino la ceguera, se consideraba de manera tácita que yo cumpliría el destino literario que las circunstancias habían negado a mi padre. Era algo que se daba por descontado (y esas convicciones son más importantes que las cosas que meramente se dicen). Se esperaba que yo fuera escritor”.(1) Marcas del origen que le “indican” su destino: escritor y ciego; significantes que representan al sujeto Jorge Luis.
por Carlos D. Pérez
Habrá sido por 1920, no es difícil imaginar la escena: El cierre de los prostíbulos de Storyville, el Red Light District de New Orleans, obligaba a emigrar a los músicos de jazz. Así fue que Chicago pasó a constituirse en la nueva capital de la música negra. Esa noche, la Creole Jazz Band liderada por la contundente corneta de Joe Oliver, The King, con el joven Louis Armstrong, con tan pocos años como el siglo, como segunda corneta, se presenta en el Lincoln Gardens. Están ejecutando Dippermouth Blues, y en un momento Oliver dirige su instrumento hacia lo alto y ataca con su solo. Culmina y sin poder creerlo, fuera de sí alguien exclama: Oh play that thing!
por Silvia Mabres
por Claudio Glasman
por Edit Beatriz Tendlarz
por Silvia Beatriz Bolotin Kogan