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Cadena de favores

17/03/2006- Por Florencia Piucciano -

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El film Cadena de Favores presenta la historia de un niño que en su primer día de clases del 7º grado, se encuentra con un personaje que cambiará su historia. Este personaje es el Sr. Simonet, profesor de Ciencias Sociales, quien recibe al curso en esa primera clase con una frase escrita en el pizarrón que marcará el eje de la película: “piensa en una idea para cambiar al mundo y ponla en práctica”.

Florencia Piucciano

 

 

 

 

Ficha técnica y artística:

Dirección: Mimi Leder.
País:
USA.
Año: 2000.
Duración: 122 min.
Interpretación: Kevin Spacey (Eugene Simonet), Helen Hunt (Arlene McKinney), Jaley Joel Osment (Trevor McKinney), Jay Mohr (Chris Chandler), James Caviezel (Jerry), Jon Bon Jovi (Ricky), Angie Dickinson (Grace), David Ramsey (Sidney), Gary Werntz (Thorsen).
Guión: Leslie Dixon; basado en la novela de Catherine Ryan Hyde.
Producción: Peter Abrams, Robert L. Levy y Steven Reuther.
Música: Thomas Newman.
Fotografía:
Oliver Stapleton.
Montaje: David Rosenbloom.
Diseño de producción: Leslie Dilley.
Dirección artística: Lawrence A. Hubbs.
Vestuario: Renee Ehrlich Kalfus.
Decorados: Peg Cummings.
Dirección de producción: Scott Elias y Mary McLaglen.

 

 

El film Cadena de Favores presenta la historia de un niño que, en su primer día de clases del 7º grado, se encuentra con un personaje que cambiará su historia. Este personaje es el Sr. Simonet, profesor de Ciencias Sociales, quien recibe al curso en esa primera clase con una frase escrita en el pizarrón que marcará el eje de la película: “piensa en una idea para cambiar al mundo y ponla en práctica”.

A partir de esta escena en el aula vemos cómo se definen ambos personajes: el niño, cuestionador, pensativo, enfrentando al profesor; el profesor: estructurado, estricto, prolijo, alineado, marcando las pautas del año escolar que se inicia.

La frase en el pizarrón es disparadora de una serie de quejas y murmullos por parte del resto de los alumnos, lo cual no sucede con Trevor quien se queda pensando en la frase y en las palabras del Sr. Simonet: “el reino de la posibilidad existe, aquí en nuestras cabezas”. Con esta escena se presenta el primer contacto de estos dos personajes, que interactuarán a lo largo del film.

Trevor es un niño de 11 años de edad, introvertido pero que se hace escuchar, sobre todo ante su madre, una alcohólica en recuperación que cae una y otra vez nuevamente en la bebida, la cual utiliza como escape ante la desesperación de criar sola a su hijo.

La frase disparadora del Sr. Simonet resuena durante todo el film en Trevor, quien comienza a ponerla en práctica inmediatamente luego de salir de la primera clase. Camino a casa se encuentra con algo similar a una villa, donde se “hospedan” indigentes. Trevor piensa un momento y se sumerge en la villa hasta encontrar lo que buscaba. Se acerca a un vagabundo y la escena culmina con la mirada mutua de ambos.

Trevor pone en marcha la frase del Sr. Simonet llevando al vagabundo a su casa. Su madre llega tarde debido a sus dos trabajos y a las horas extras que con frecuencia realiza. Trevor le da ropa, dinero y le permite ducharse y alimentarse.

La escena siguiente muestra a la madre de Trevor volviendo del trabajo, a altas horas de la noche. Agotada, va al cuarto de su hijo, quien duerme profundamente. Se dirige rápidamente al garaje, se la ve alterada, descontrolada, cierra la puerta del garaje lentamente y sin hacer ruido se dirige al lavarropas, levanta la tapa y de allí saca una botella de alcohol, casi llena. Bebe y al instante se tranquiliza.

Horas después, Trevor se despierta, se dirige al cuarto de su madre y allí la encuentra tirada en la cama, con la ropa con la cual regresó de la calle y con la botella de alcohol, casi vacía. Trevor, con resignación y algo de acostumbramiento, toma la botella y la tira a la basura.

Es el día siguiente, amanece. La madre está completamente desmayada en la cama, Trevor intenta despertarla, la sacude y finalmente lo logra. Entre dormida le contesta que está bien ante la pregunta del niño: “¿puede mi amigo tomar una ducha?”, refiriéndose al vagabundo que pasó la noche en el garaje. La confusión se presenta cuando en la cocina, intentando desayunar entre los reproches de Trevor hacia su madre por lo ocurrido la noche anterior, aparece el vagabundo, bañado y cambiado correctamente. Entre grito y desconcierto, Trevor le dice a su madre que es parte del proyecto del Sr. Simonet.

En la escena siguiente, la madre se presenta ante el Sr. Simonet, culpándolo de lo sucedido, a lo cual el profesor contesta de malos modos, sugiriéndole que haga su queja por escrito y que si él estaba en ese puesto es porque se lo había ganado.

Brevemente, ésta es una reseña de cómo entran en contacto los tres personajes principales: Trevor, el Sr. Simonet y la madre del niño.

Podemos ubicar algo del orden del azar, allí donde esta frase que inaugura el film, que intenta ser una estimulación para los alumnos, para su desempeño en el año escolar, se transforma en la protagonista del accionar de Trevor, quien intenta por todos los medios llevar adelante su proyecto. El niño crea una cadena de favores donde cada persona debe pasar el favor que recibió a tres personas. Proyecto interesante que llama la atención del Sr. Simonet.

Tomando el personaje del Sr. Simonet, solitario, sin compañía en su departamento, estructurado, inmerso en su rutina diaria, sin mujeres en su entorno, sin familia, al menos no se presenta ni se menciona en el film, vemos que a partir del contacto con Trevor y con su madre, comienza a ver más allá de su mundo. Esta frase que resuena tan fuerte en Trevor, hace pensar al Sr. Simonet en aquello que él mismo enuncia en su primer clase: “…el reino de la posibilidad…”. Posibilidad que empieza a ver para sí, una mujer que lo interpela, lo provoca, le demuestra interés, un niño que lo escucha, que se preocupa por él, que le confiesa sus miedos, un niño que le da un lugar que no ha tenido hasta ese momento.

El film transcurre y el Sr. Simonet es interpelado constantemente por una realidad que lo reclama. Realidad que le muestra el reino de la posibilidad a sus pies, pero que insiste en negar y obturar, justificándose en su estructura y en su rutina sin las cuales él mismo dice: “…no soy nada…”. La madre de Trevor insiste en demostrarle su atracción hacia él, quien corresponde a esa atracción pero se encuentra en la encrucijada entre lo moral y su deseo de hombre. Apela a la famosa frase: “esto no es conveniente” o “no me parece pertinente” refiriéndose a entablar una relación profunda con la madre de su alumno. Relación que es apoyada por el niño con fervor ya que, luego del vagabundo, el Sr. Simonet es el segundo de los tres a los cuales eligió para pasarles el favor.

Resulta entonces que el Sr. Simonet decide jugarse por su deseo, se entrega por completo a lo que está sintiendo, al amor, y cuando todo parece ser felicidad, aparece el padre de Trevor, alcohólico al igual que la madre. La escena es crucial: el Sr. Simonet, la madre de Trevor y Trevor sumergidos en un hermoso marco familiar, mirando TV, abrazados y riendo. Irrumpe en la sala el padre de Trevor, arruinando el momento familiar. El Sr. Simonet que parecía haber cambiado su posición, que creíamos que se había jugado entero por su deseo de hombre, por una familia, se corre una vez más de la situación, retirándose de la escena cabizbajo, volviendo a su estructura, cobijándose en su rutina de vida.

La madre de Trevor decide darle una oportunidad más al padre de su hijo, marcándole las pautas de sobriedad que debe cumplir, de lo contrario se iría para siempre. Trevor se oscurece nuevamente, como en una de las escenas del comienzo, cuando ve el estado de embriaguez de su madre, se borra de su rostro la felicidad que le había costado conseguir. Una vez más se comprueba la teoría de Trevor, el padre luego de unos días de estar sobrio, vuelve a embriagarse y a maltratar a su madre, quien lo echa de la casa y se refugia en el cuarto del niño, disculpándose con él.

Trevor insiste en que el Sr. Simonet le dé otra oportunidad a su madre, lo persigue y hasta llora desconsoladamente para que vuelvan a estar juntos.

Resulta en el film un giro inesperado en cuanto a la repercusión del proyecto de Trevor. Se ha constituido en un movimiento que alcanzó a otros países, la Cadena de Favores es un éxito y el periodista que lleva adelante la investigación, llega a contactar a Trevor y realiza con él una nota para la televisión. Es el momento de grabar la nota, el lugar es la escuela, justo el aula donde Trevor y el Sr. Simonet se conocieron. En el aula están presentes: Trevor, el periodista, el camarógrafo, la madre de Trevor y el Sr. Simonet, quien ve por primera vez a la madre de Trevor después del episodio de la llegada del padre del niño. Aula que también fue el primer lugar de encuentro entre ambos.

Una vez más, las palabras que se escuchan en el aula, que esta vez provienen de Trevor, interpelan al Sr. Simonet, ya que el niño menciona el reino de la posibilidad, el intento de cambiar, de probar algo nuevo, en lugar de quedarse siempre en el mismo lugar sin saber lo que pudo ser. Palabras dirigidas enteramente al Sr. Simonet, quien así lo entiende e inmediatamente luego de la nota corre a buscar a la madre del niño a quien besa profundamente jurándole que no puede vivir sin ella y que está dispuesto a arriesgar su rutina, sus estructuras, por estar a su lado. Escena que vuelve a ubicarnos en el momento previo a la aparición del padre del niño: felicidad, emoción, armonía… todo color de rosas. Aparece en ese preciso momento el azar jugando una vez más en escena. Se oyen gritos, una pelea se presenta en el patio de la escuela, entre los niños que se enfrentan esta Trevor, quien se incluye en la disputa para salvar a su amigo que había sido tomado de punto varias veces por ese grupo de alumnos. Trevor está poniendo en práctica su proyecto, este amigo es el tercero de la lista de personas que recibirían su favor. Está luchando por su amigo a quien en otras oportunidades no pudo ayudar, está logrando pasar su favor hasta que uno de los contrincantes le clave una navaja.

Trevor muere en el hospital, la desolación es total. El Sr. Simonet consuela a la madre del niño, esta vez no se corre de la realidad, no da un paso al costado, se queda firme allí sosteniendo a la mujer, ocupando el lugar que deseaba, el de hombre, el de marido, el de padre. El Sr. Simonet sufre la pérdida como si fuese su hijo de sangre, es este niño que le ha hecho ver la realidad, que fue más allá de su accionar, que convirtió una simple frase estimulante en un movimiento que trasciende fronteras. Es este niño que le ha dado un lugar, una historia, que lo ha marcado para siempre y que ha logrado posicionarlo en el lugar de hombre, junto a una mujer.

 

 

 

 

 

 

 

E-mail: florpucciano@hotmail.com

 

 


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